Como
suele ocurrir en estos casos, una tira del ovillo y sigue saliendo más hilo. De
pronto aparecieron unos animalitos de fieltro al lado de mis creaciones.
Pregunta
de madre: ¿Y estos conejos de orejas verdes?
Respuesta
de mi niña: No son conejos, son liebres. Son ….., unos pastelitos japoneses.
Respuesta
de madre: Aaaaaaaah. Perdón.
Entendí
sin problemas lo de japoneses. Y que fueran pastelitos también. En España
también comemos figuritas de mazapán, por ejemplo. Lo de las orejas verdes;
bueno, será. No lo sé. El nombre no he conseguido aprendérmelo todavía y no es
porque sea difícil. Es que para mi ya siempre serán las liebres, que no
conejos, de orejas verdes. Ella dice que su nombre es Yuki Usagi. Y había hecho
6, número mágico donde los haya.
Luego
llegaron las explicaciones. Era su aportación a mi proyecto. Resultaba que
ahora este entretenimiento mio había subido a la categoría de “proyecto”. Y
reclutaba adeptos; bueno, adepta colaboradora.
Y como
yo había hecho caramelitos, ella participaba con bomboncitos.
Y ya
metidas ambas en harina planeamos el siguiente paso en común: Minicakes de
ganchillo y pastelitos de fieltro en chocolate blanco y negro.
¿Os
apetece un pastelito?
Continuara…..... (prometido)
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