domingo, 29 de noviembre de 2015

De tal astilla, tal palo o la historia de unas cajas — Capitulo 2º




¿Recordais el punto? Pues no era final, es “… y seguido”

Resulta que yo me animé / ella me animó a sacar las agujas de ganchillo / crochet (en adelante, también ganchos) a que se airearan un poco y rápidamente decidí qué hacer con un tiempo que amenazaba con convertirse en muerto de aburrimiento. Algo que no soporto. Hasta ahí podíamos llegar.

Y empecé a practicar con lo que pasaba por delante de la pantalla del ordenador. Buscaba patrones, practicaba con puntos ya olvidados, rellenaba y probaba consistencias, y de vez en cuando me tomaba libertades interpretativas de los patrones.
Decidí que esas prácticas merecían un buen destino y encontré no solo uno sino seis destinos: mis compañeras de desayuno laboral. Ellas, sin saberlo, se convirtieron en mi excusa para mantenerme ocupada y evitar nubes negras en la cabeza, que eso es muy chungo.
Variando el patrón inicial del alfiletero, aproveché la lazada exterior del borde para insertar un remate de color a cada punto y además hice otros cinco puntos diferentes que mi fotógrafa decidió presentar como si fueran bollos o algo.
No está nada mal para unos modestos alfileteros ¿Verdad?



Continuara…..... (prometido) ;


domingo, 15 de noviembre de 2015

De porqué hice una bolsa

Y era verde, todo verde. El pedido.
Me dijo: Se me rompe la bolsa de llevar libros; ¿me podrías hacer una?

Y nos fuimos a comprar tela, forro e hilo para coserla y paseamos la tarde.

Al día siguiente corté las piezas de tela y las piezas de forro y cosí con el hilo y todo quedó unido.




Y al otro día siguiente la tela, el forro y el hilo fueron formalmente presentados como “la nueva bolsa para llevar libros”, y en esa tarea siguen como bien podéis ver.

domingo, 1 de noviembre de 2015

El vestido que no encontraba

En ocasiones resulta que me gusta más la ropa que yo confecciono en casa y que se sale de las normas estrictas de moda que la que encuentro en los escaparates de las tiendas. Yo aprendí a coser pero hace años olvidé las bases del patronaje. Por suerte existen revistas con las que puedes gestionar el problema de los patrones y con un poco de maña (y ayuda), adaptar los modelos para lucir ese vestido diferente y que no encuentras cuando vas de compras. Este que os presento es modificación de uno publicado en la Revista “Patrones” y que disfruté en la celebración de un evento familiar. Las modificaciones consistieron en cubrir la espalda porque el evento estaba previsto en época fresquita, subir un poco la sisa porque me resultaba algo baja y, por último, forrar de tul bordado negro esa imitación de tirantes cerrados al cuello que presentaba el modelo original, haciendo que fuesen más visibles. Disfruté mucho haciéndolo y después con el resultado. Cómodo de llevar. Y en una variante de mi color favorito, que ahora no está de moda.