domingo, 6 de marzo de 2016

De tal astilla, tal palo o la historia de unas cajas — Capitulo 4º

Como suele ocurrir en estos casos, una tira del ovillo y sigue saliendo más hilo. De pronto aparecieron unos animalitos de fieltro al lado de mis creaciones.
Pregunta de madre: ¿Y estos conejos de orejas verdes?
Respuesta de mi niña: No son conejos, son liebres. Son ….., unos pastelitos japoneses.

Respuesta de madre: Aaaaaaaah. Perdón.


Entendí sin problemas lo de japoneses. Y que fueran pastelitos también. En España también comemos figuritas de mazapán, por ejemplo. Lo de las orejas verdes; bueno, será. No lo sé. El nombre no he conseguido aprendérmelo todavía y no es porque sea difícil. Es que para mi ya siempre serán las liebres, que no conejos, de orejas verdes. Ella dice que su nombre es Yuki Usagi. Y había hecho 6, número mágico donde los haya.
Luego llegaron las explicaciones. Era su aportación a mi proyecto. Resultaba que ahora este entretenimiento mio había subido a la categoría de “proyecto”. Y reclutaba adeptos; bueno, adepta colaboradora.

Y como yo había hecho caramelitos, ella participaba con bomboncitos.



Y ya metidas ambas en harina planeamos el siguiente paso en común: Minicakes de ganchillo y pastelitos de fieltro en chocolate blanco y negro.

¿Os apetece un pastelito?


Continuara…..... (prometido)

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